¿Qué decir que no sea ya visible? Comenzamos la temporada con dudas. Tras el enésimo varapalo del baloncesto en Elche otra vez tocaba reconstruir. Comenzamos con 5 jugadoras de segundo año, sólo 3 de ellas del equipo del año pasado (segundas por la cola, recordemos); Andrea, Alba, Lidia, María y Sonia, y Elisa, que ya entrenaba el año pasado con el club. Así nos vinieron 3 jugadoras de primer año que venían del CP el Pla, como son Andrea, Coral y Alicia y Alba, y una alevín de Salesianos que buscaba probar en baloncesto. Vamos, nos encontramos ante un equipo recién formado, con chicas distintas en todo (muy diferentes), con muchas que acababan de empezar y otras resabiadas. A simple vista, un pequeño caos.

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Y bendito caos, desde el principio se veían ganas de mejorar, de trabajar y, sobretodo, de pasarlo bien. No sólo han ido evolucionando a pasos agigantados como jugadoras, sino también como personas, y han demostrado a todo el mundo lo que la ilusión puede lograr. Creo que desde la segunda jornada, que se ganó a un grandísimo equipo (el único que ha ganado un partido a Ros “B” esta temporada) como es Jorge Juan, a muchos se les abrieron los ojos (ya no por el qué, sino por el cómo). Después ya sabéis, 20-0 en regular y a la final de la fase autonómica, callando muchas bocas malintencionadas.

Creo que el “por qué” del “éxito” (lo llamaremos así, aunque no me guste) de este grupo va más allá de las cuestiones baloncestísticas. Claro está que las ganas de trabajar y la confianza que han depositado siempre en todos y cada uno de los miembros del equipo les ha hecho mejorar como jugadoras más allá de lo que yo podría prever, pero lo que realmente me ha fascinado de este grupo es lo puramente extradeportivo. Han sido verdaderas compañeras y amigas, tanto dentro y fuera de la pista; han tenido una conexión especial, que no sólo ha hecho que el concepto “equipo” en el que tanto les he insistido (muy pesado, lo reconozco) cobre verdadero sentido, sino que también les ha hecho conectar con padres, familiares y amigos, que fuera de la canchas han apoyado a las chicas con la misma ilusión.

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Al final, el resultado es lo de menos, aunque totalmente merecido. Atrás quedan muchos partidos, muchas horas de entrenamiento, muchas “broncas”, algunos malos momentos y, sobretodo, muchos muchos muy buenos.

Personalmente, y aunque ellas saben que esto de los elogios ni me ha gustado ni se me da bien, sólo me queda agradecer a las chicas lo que han hecho, y sobretodo de cómo lo han hecho. Llevar este equipo ha sido sobretodo un orgullo, pero también una grandísima experiencia. Y es que, más que entrenador, siempre me han hecho sentirme como uno más, depositando toda la confianza vista y por haber y un cariño especial que, de verdad, no olvidaré. Ese cariño, tras la final y esas lágrimas sinceras de la mayoría por saber que es el último partido del año que jugarán juntas… es el mejor regalo que me llevo (sin desmerecer la pizarra). A mucha gente le parecerá que exageran, yo que he estado dentro les entiendo perfectamente.

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Por último, también agradecer a los padres y familiares, que han acompañado al equipo toda la temporada, lo han llevado en volandas, y siempre con una corrección envidiable, y apoyando a las chicas 100%. Ha sido fantástico el trato, de verdad, y me ha facilitado el trabajo de sobremanera. Decir que el “buen rollo” y la amistad que ha habido entre las chicas es, en grandísima parte, culpa de ellos.

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En resumen y para acabar. Ha sido una temporada perfecta, tanto en lo deportivo como en lo extradeportivo, con un equipo perfecto y una experiencia inolvidable. Lo único negativo, tener que dejar este equipo. Gracias a Alicia, Sonia, Elisa, Alba, María, Andrea, Lidia, Coral, Andrea, Alba y Selena (que aunque haya llegado la última, desde el primer día ha sido una más) por una temporada perfecta. Suerte la póxima (que sé que la tendréis) y guardar bien este año.

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